Procesos de máxima relevancia ecológica

escanear0001Un enfoque filosófico de la degradación del medio ambiente debería, según creo, presentar el ideario que clara y distintamente postula la comunidad científica de manera unánime. Aquellas cuestiones sobre las que el consenso científico es casi total, de acuerdo a la abrumadora realidad de los datos. No en vano los escasos escépticos al cambio climático antropogénico (es decir, quienes cuestionan que el ser humano esté afectando significativamente en el clima) gozan de una credibilidad decreciente.

Dicho ideario puede vertebrarse en torno a algunos titulares genéricos (ver imagen):

1. «Límites de un planeta sano». Durante miles de años hemos contaminado el planeta con total libertad. Pero la acción antrópica contaminante tiene límites; de hecho, la destrucción de recursos y de la capacidad de absorción de desechos nos ha llevado al límite del planeta. Como escribe el ecólogo Jonathan Foley,

«Después de examinar numerosos estudios interdisciplinarios de sistemas físicos y biológicos, nuestro equipo identificó nueve procesos ambientales que podrían perturbar, e incluso impedir, la capacidad del planeta para albergar vida humana. El equipo estableció a continuación unos límites para esos procesos, dentro de los cuales la humanidad podría operar sin riesgo».

Lo grave del asunto es que hay tres de dichos procesos que ya han rebasado sus límites: la pérdida de biodiversidad (tanto los ecosistemas terrestres como los marinos padecen un ritmo de destrucción encarnizada); la contaminación por nitrógeno y fósforo (la aplicación masiva de abonos artificiales y de fertilizantes degrada ríos y mares y genera zonas muertas. Necesitamos «nuevas prácticas agrícolas que favorezcan la producción de alimentos, al tiempo que protegen el medio» [ídem]); y el cambio climático (el calentamiento del planeta va en aumento. Sin olvidar las consecuencias más populares, el cambio climático está acidificando los mares, modificando su pH y debilitando sistemas marinos y sus redes tróficas).

Sobre las consecuencias de «forzar el límite», y sus posibles soluciones es bien explicativo el siguiente cuadro:

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2. Esbozo de soluciones para las principales amenazas ambientales.

  • Nuestro sistema energético no puede seguir dependiendo del carbono. Hemos de estabilizar la concentración atmosférica de CO2. En este sentido, las energías renovables son claves para la sostenibilidad de un statu quo viable.
  • Hay que reducir de manera rigurosa la deforestación y degradación del suelo.
  • Nuestras actuales prácticas agrícolas son insostenibles. Necesitamos una revolución agrícola. El uso más eficiente del agua y los fertilizantes es improrrogable.
  • Todos dependemos de la naturaleza, por eso hay que recompensar la pérdida de biodiversidad. Tenemos que asumir que los recursos naturales no son inagotables, e implementar «mecanismos políticos y económicos innovadores que recompensen la conservación y la restauración del medio» (Gretchen C. Daily, profesora de ciencias ambientales en la Universidad de Stanford).
  • Se impone la necesidad de límites al consumo de agua dulce. Se puede ahorrar agua sin que esto perjudique la salud humana ni la productividad económica. Como dice el científico Peter H. Gleick:

«Por ejemplo, mejorando la eficiencia hídrica. Se puede aumentar la producción de alimentos con menos agua (y menos contaminación hídrica) si se cambia del regadío tradicional por inundación al goteo o la aspersión de precisión, junto con una supervisión y gestión más rigurosas de la humedad del suelo. […] En los hogares, millones de aparatos domésticos ineficientes pueden reemplazarse por otros más modernos».

  1. «El fin del crecimiento». La filosofía según la cual «más» equivale a «mejor» ya no es válida. Nadie ignora que el crecimiento económico ha contribuido, durante las últimas generaciones, a un bienestar incomparable con etapas anteriores de la historia de Occidente. Pero la arraigada idea del crecimiento y del consumismo ilimitado hace agua. Más que pensar que el crecimiento ha llegado a su fin, se trata de variar el significado y el sentido de dicho crecimiento, entendiendo por tal una gestión inteligente de la riqueza y los recursos. Se habla así de una «nueva agricultura», del cambio a otras fuentes de energía y de transformaciones del sistema mundial económico-financiero.

Bibliografía: Investigación y Ciencia, n.º 405, junio de 2010, pp. 45-59

[Imágenes: fotos propias]

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